PUEBLO ANDALUZ

El flamenco es ante todo, la expresión musical de una región, Andalucía, pero más que nada de un pueblo, los andaluces, que han creado un arte de clara influencia gitana, cuyos rasgos más destacables son su pasión por vivir, su sentido de celebración y el espectáculo. Los andaluces llevan consigo un misterio, una vibración interna cargada de emoción universal, el de la voz guardiana del pasado, de una comunidad que nos habla, que nos conmueve, sin ser especialistas ni estudiosos en ello. Este arte nos abruma, porque su lenguaje es el del útero de la madre primigenia, que lleva en su seno a todos las personas, el del alma y el del corazón, el que nunca podremos encerrar en ningún sistema. El flamenco es tierra y aire; está anclado en la realidad más trivial pero aspira a trascender este estado. Es arte en perpetua evolución.

LA HISTORIA DE LOS GITANOS DE ANDALUCÍA

Desde el noreste de la India (actual Pakistán), el pueblo gitano comenzó su diáspora a través de Armenia y Persia, alcanzando también Turquía. Posteriormente, arribaron a los países nórdicos e Inglaterra, mientras que otros descendieron hacia el sur, llegando así a España. La llegada del pueblo gitano a España puede situarse en 1425, fecha del primer salvoconducto concedido por el rey Alfonso V, a una colonia gitana. En 1462, un segundo documento, describe los primeros asentamientos gitanos en Andalucía. Pero fue la «Pragmática» firmada en 1449 por Isabel y Fernando, en Medina del Campo, la que inauguró una larga serie de medidas represivas contra los gitanos. Desde esa fecha hasta 1783, hubo más de 140 disposiciones contra ellos. Como chivos expiatorios, acusados de todo tipo de fechorías y sometidos a todo tipo de castigos, los gitanos arrastran inexorablemente, a veces incluso hoy, la pesada carga de una historia tan oscura como el cante jondo. Han marcado ciertos estilos, como la bulería o la siguiriya con sus propias características (voces más ásperas y rotas, por ejemplo) y han enriquecido el baile con movimientos más instintivos y sensuales. Se convirtieron en los actores privilegiados de la fiesta flamenca, a la que aportaron trance y magia. Pero conviene recordar una vez más, que los gitanos no inventaron el flamenco y que no les pertenece; el flamenco es el fruto musical de su convivencia con los andaluces. Gracias a la gran hospitalidad de los andaluces, a su tolerancia y a su capacidad para integrar a los extranjeros, los gitanos han podido encontrar una tierra propicia para el mestizaje cultural y musical.

LAS INFLUENCIAS DEL FLAMENCO

La presencia árabe en España se extendió durante ocho siglos y dejó su huella en todos los ámbitos de la vida, dando a la región su nombre: Al Andalus. La riqueza musical de la cultura árabe ha dejado su huella en el flamenco, de la que algunos palos, como la zambra, siguen siendo testigos. En los melismas del cante flamenco se detectan fácilmente los ecos de la música del Magreb y de Oriente, que fue traída a España directamente por músicos como Zyriab de Bagdad, que llegó a Córdoba en el siglo IX. En esa época, los cánticos de la minoría judía, que vivía en el sur de España, también penetraron en el folclore andaluz y llegaron al flamenco por esta vía. Asimismo, en el mestizaje de culturas que tuvo lugar durante la época colonial, el ritmo andaluz viajó al Nuevo Mundo, mezclándose con las melodías y ritmos locales y de los negros africanos (Canto de ida y vuelta). Hoy en día, en todo el continente americano se pueden disfrutar sones cubanos, bachatas dominicanas, boleros mexicanos, marineras peruanas, zambas argentinas y tonadas chilenas, que contienen esta cadencia en su estructura armónica. A su vez, los españoles importaron de América guajiras, milongas y rumbas, integrándolas en el folclore andaluz. Y para no ser menos, ‘robaron’ a los negros de Lima el cajón peruano, que hoy es un elemento indispensable del zapateado flamenco.

SENTIR EL FLAMENCO

¿Cómo explicar el choque emocional del cante, cómo describir la fuerza visual y gestual del baile flamenco, cómo analizar el particular sonido de la guitarra flamenca? Explicar, describir, analizar: son, en definitiva, palabras simplistas, porque un viaje al corazón del flamenco sólo puede alcanzar su objetivo, si la comunión es total y absoluta. Hay que sumergirse en la tierra, los cantes, los bailes y la música, para dar rienda suelta a las emociones, para dejarse invadir por la euforia que caracteriza al flamenco y lo convierte en un elixir de vida, con acentos apasionados. La fiesta flamenca es mucho más que un entretenimiento. Dondequiera que tenga lugar, en la familia gitana, en un bar o en un escenario, cuando el cantaor, el bailaor o el guitarrista están poseídos por ese duende, ese estado de gracia artística, se alcanzan cotas de emoción, libres de toda atadura: el alma roza el trance. Nada ni nadie podría explicar lo inmaterial, esos momentos de eternidad, donde el baile se mezcla con la canción, ambos sublimados por la guitarra en ritmos incandescentes, que sacuden a los participantes hasta la médula.

El cante flamenco original no se desarrolló en un universo musical español inexistente, sino que se nutrió de los cantes andaluces y de la música popular. Sus primeros cantes fueron a veces solitarios, llenos del sufrimiento que inspiran las grandes tragedias universales de la humanidad, y más particularmente de todas las comunidades marginadas; pero también fueron iluminados por la festividad y el sentido de compartir.
El cante flamenco se ha transmitido oralmente dentro de determinados clanes sociales (gitanos, campesinos, bandoleros, viajeros), normalmente a capela, pero a veces acompañado de baile al son de panderetas o crótalos. Su universalidad reside, entre otras cosas, en su densidad temática y emocional: el amor, una pasión salvaje y libre que no entra en el juego de las convenciones sociales, las maldiciones y las amenazas; la madre que inspira un amor profundo y respetuoso; la sociedad hostil y engañosa; la pobreza, vivida a menudo con resignación, pero también con orgullo y dignidad; la muerte y la fatalidad; el honor y la venganza de la deshonra; la fe, Dios, que a veces aparece como la única solución posible. Todos los dramas de la vida, los sentimientos más profundos, las emociones más íntimas, son la savia nutritiva del flamenco, que juega así un papel de catarsis.
A diferencia de la guitarra clásica, que se caracteriza por un ataque suave y un apagado largo y progresivo, el objetivo principal de la guitarra flamenca, es ofrecer un sonido potente y percusivo, que cubra los sonidos de los pasos de los bailarines. Se utilizan tipos de madera específicos, para hacer la guitarra más ligera, aumentar su volumen y enfatizar el ataque de las notas.